LA ILIADA 2:  Homero y el texto


La Iliada

  

 por Patrick Philpott


Al leer la Iliada, se tiene la impresión de que, a pesar de todas sus incongruencias, pasajes dudosos y variantes textuales, el poema es básicamente obra de una sola persona, que la dirige y controla toda, a quien Kirk denomina ‘el compositor monumental’. Su mano se nota en varias coherencias de lenguaje, estilo, caracterizaciones  y contenido, y sobre todo en esa unidad de argumento, tan admirada por Aristóteles, que nos transporta desde la llegada del sacerdote Khruses al campamento griego en busca de su hija hasta el desenlace final en el libro 24, con frecuentes toques y retoques por el camino. Es decir, a lo largo de la narración de la ira de Aquiles/Akhilleus. A este poeta único desconocido le llamaremos, por razones de conveniencia, ‘Homero’, como hacían los antiguos, que le atribuían, además de la Iliada, la Odisea y varias obras más. En torno a su figura crecieron muchas leyendas, pero lo único que sabemos a ciencia cierta es que tuvo que ser de la Jonia, la costa mediterránea de la actual Turquía, ya que el poema está compuesto en dialecto jónico, y parcialmente eólico, ambos de esa región, con algún que otro aticismo.

Cuándo vivió Homero es una cuestión que suscita debates interminables. Muchos apuestan por una fecha en torno a 750 AEC; personalmente prefiero el 625, debido a que: es entonces cuando empiezan a aparecer en distintos puntos del mundo helénico las primeras escenas de la Iliada en vasijas etc; además, la situación inestable en Olimpo, Troya y el campamento griego[1] parece reflejar la turbulencia política del ‘Siglo de los Tiranos’; y también es la época de los primeros grandes poetas griegos (Safo y compañía), también de la Jonia,

Homero no fue el primero en tocar el temario troyano. Las primeras narrativas, quizás algunas en prosa, aparecerían poco después de los eventos que las inspiraron, digamos sobre el 1.100 AEC. Ya en versión de poesía épica, el relato iría pasando en transmisión oral[2] de generacíon en generación de rapsodas durante siglos, creciendo y transformándose en el proceso. Milman Parry en los años 30 del siglo pasado fue, si no el primero, sí el más influyente en detectar y estudiar esta génesis oral del poema; se nota en muchos aspectos que se han comprobado en tradiciones orales vivas, en características como el uso de escenas tipo (un sacrificio, un viaje por mar, la preparación de una comida) y de ‘fórmulas’, expresiones fijas que aparecen frecuentemente (Aquiles de los pies rápidos, una jabalina de sombra larga, aflojarle las rodillas a alguien, la oscuridad le cubrió los ojos). Claro que cada rapsoda tendría su versión particular, y la variaría de un recital a otro, como hace un moderno guslar de los Balcanes que estudió Parry.

Así que Homero escogió, o inventó, un único episodio de unas tres semanas, de entre diez años de guerra – la mencionada Ira de Aquiles. Otros poetas narraron los acontecimientos anteriores y posteriores a la Iliada, en lo que llamamos el Ciclo Épico. De esas obras sólo conservamos unos versos sueltos y el resumen en prosa de Proklos, pero debemos estar de acuerdo con Aristóteles (que rara vez se equivocaba) en que debían ser de una calidad inferior a la del poema de Homero, lo que explica su práctica desaparición.

Es casi seguro, debido a su evidente gran popularidad y a su amplia difusión, que la Iliada adoptara una forma escrita durante la vida del poeta. El modo más plausible de llevar esto a cabo sería mediante el dictado a uno o varios escribas, tarea que llevaría unos cuantos días; no creemos que Homero mismo supiera escribir. Después, bajo los tiranos Pisistrátidas de Atenas, c.525-500 AEC, dicen algunos autores que se efectuó una recensión del texto, a la vista  de la multiplicidad de textos distuntos ya existentes en esa fecha. Ese trabajo explicaría los aticismos insertados en el texto y las alusiones a las actuaciones – por cierto no muy lucidas – del contingente ateniense. Pero la fase más importante de la consolidación del texto fue llevada a cabo por los eruditos de la biblioteca de Alejandría, especialmente Zenodotos y Aristarkhos, a partir del siglo 3 AEC. Éstos sabios insertaron skholia – notas al margen o entre líneas en los manuscritos  – indicando lecturas alternativas, o clasificando partes del texto como dudosas o completamente rechazables. Un ejemplo es el texto llamado Venetus A.

Este manuscrito del siglo 10 EC en pergamino es el texto más antiguo que poseemos de la Iliada, y una auténtica joya para los homeristas. Existen muchos textos más, además de las citas de versos en autores clásicos (por ejemplo Platón) y la gran cantidad de papiros que van apareciendo en Egipto desde principios del siglo pasado. Los estudiosos de hoy día evalúan y confrontan estos testimonios en busca de un texto plausible y  definitivo. Algunos se esfuerzan en establecer el texto original de Homero. Otros, considerando esa tarea imposible, adoptan un enfoque multi-texto, aceptando las variantes, siempre que sean razonables, como un enriquecimiento del texto, y un fiel reflejo de lo que Homero y otros rapsodas hacían en sus actuaciones públicas, por fallos de memoria o inspiraciones repentinas.



[1] Véase en particular el incidente entre Odiseo y la tropa, especialmente Thersites, en el libro 2.

[2] Aunque no se puede descartar la posibilidad de algún que otro trozo escrito.


        

Entradas populares de este blog