ANDREA CANPEA WASI LLAMKHA (LUGAR Y TACTO) y FUENTESAL ARENILLAS E ITZIAR OKARIZ CARRUSEL
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Andrea Canepa, Wasi Llamkha (Lugar y tacto), 2025 © Bego Solís |
Hasta el 18 de mayo
El Centro de Cultura Contemporánea Condeduque apuesta por la producción propia dentro de su programa de Arte con las instalaciones de las artistas Fuentesal Arenillas en colaboración con Itziar Okariz, en la Sala de Bóvedas, y Andrea Canepa, en el Patio Sur, ambas comisariadas por Marta Ramos-Yzquierdo como parte del programa “El sonido del roce de tu ojo al pasar”. Los dos proyectos son una propuesta de mirar con nueva luz y a través de la capacidad táctil de la escultura y de otras formas de movimiento corporal, donde la primacía de lo visual se pierde para poder percibir conscientemente con todo el cuerpo y reflexionar sobre otras formas de estar en el mundo. |
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WASI LLAMKHA (LUGAR Y TACTO), el pabellón de la artista peruana Andrea Canepa situado en el Patio Sur, se compone de diferentes niveles, cada uno con un material y textura –ladrillo, graba, arena, madera, hormigón, hilos o azulejos– que se pueden tocar y experimentar con todo el cuerpo. Con él se busca estimular la memoria a través del tacto y del movimiento, al unir las tradiciones mnemotécnicas precolombinas y occidentales: los quipus, formas de representación y registro de información que se utilizaban en el Perú, por un lado, y en los tratados sobre el Ars memorativa, una serie de principios y técnicas mnemotécnicas popularizados durante el Renacimiento, por otro. Cada textura de la instalación se corresponde con una zona o nivel del espacio y hace referencia al texto escrito por la artista, parte del proyecto, en el que nos propone convertirnos “en un cuerpo que recuerda”. |
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 | Fuentesal Arenillas e Itziar Okariz, Carrusel, 2025 © Bego Solís |
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CARRUSEL es un volumen escultórico-performativo planteado como una gran acumulación de imágenes, como el carrusel de un proyector de diapositivas. Pero, al mismo tiempo, son reproducciones táctiles, con peso. Concebida por Fuentesal Arenillas, que trabajan desde el desdoble textil del objeto escultórico, y a la que han invitado a colaborar a Itziar Okariz, cuya trayectoria se centra en el mundo de la performance, las esculturas y las acciones performativas que se han sucedido durante el proceso creativo son el punto de partida para la obra real: las posibilidades de generar comunicación, en este caso a través del movimiento y del tacto que permite pensar en otros cuerpos y otros tipos de relaciones. Desplegadas ahora en la instalación, las esculturas-traje y los registros de las performances, crean un nuevo ritmo atravesando los cinco espacios de la Sala de Bóvedas, en la que vuelve a entrar la luz natural después de años de permanecer con las ventanas cerradas.
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